Como en el borde de una nube recuerdo tus palabras y se hizo más clara tu noche que el día con las que yo te dediqué. Así, en la tierra arrancados, nos elevamos como estrellas. Ni vergüenza ni desesperación ni ahora, ni después, ni entonces. Pero tú oyes cómo te llamo, vivo, en la vida real. Y la puerta que entreabriste, no tengo fuerzas para cerrarla de golpe...
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